viernes, 18 de diciembre de 2009




Febril, muy difícil, la princesa Caprichosa no habla,
murmura.
No tose, carraspea.
Ante una buena comida,
no toca casi nada, se hace la melindrosa y solo picotea.
Es una remilgada.
Mimada con frecuencia, no duda en exigir lo imposible:
nieve en pleno verano,
sombra en el desierto,
arándanos en enero.
Su baño es el objeto de toda su atención
y de todos los refinamientos: temperatura ideal,
espuma perfumada, pétalos de rosa, leche de burra y champú de albaricoque.


"La Princesa Caprichosa.
Princesas Olvidadas o Desconocidas."
Philippe Lechermeier.
Rébecca Dautremer.

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